El clima del Uruguay, con 1000 a 1500 mm. de lluvias anuales y temperaturas templadas es apto para el desarrollo de una vegetación boscosa importante. La escasa superficie cubierta por comunidades arbóreas se explica en buena medida por la existencia de períodos cortos pero graves de sequía, que afectan las plántulas de los árboles.

La regeneración del monte y de los palmares sólo puede apreciarse en lugares no afectados por la ganadería o el cultivo. La existencia futura de estos palmares, así como del monte nativo, se encuentra amenazada por la destrucción de los ejemplares jóvenes por parte del ganado, que determina que los actuales palmares estén formados exclusivamente por palmeras muy viejas, muchas en decadencia ya que cuentan con más de 300 años.

Los montes ribereños se desarrollan en los márgenes de los cursos de agua. Se destacan los montes de Mandiyú en el río Cuareim, Rincón de Pérez en el río Queguay, el río Uruguay y sus islas, río Negro, Tacuarí, Yaguarí, Yaguarón y Tacuarembó, y en el río Cebollatí. Aquí predominan especies muy hidrófilas como el sauce criollo, sarandí blanco, negro y colorado, mataojo, blanquillo. Más alejado de la costa aparecen especies que tienen afinidad por suelos más secos como el coronilla, el arrayán, el tala, el canelón, el guayabo colorado, el chal-chal o la espina amarilla. En el curso medio del río Uruguay predominan especies como el timbó, el lapacho, el ingá, la espina corona, el ibirapitá, el arbusto ‘flor de cepillos’ o la caña tacuaruzú. Esta vegetación desapareció en gran medida luego de la construcción de la represa hidroeléctrica de Salto Grande.

Los montes de parque se desarrollan entre el monte ribereño y la pradera. En el litoral Oeste, de forma paralela al río Uruguay, por ejemplo, se encuentra el ‘algarrobal’ o monte espinoso del litoral, que presenta una vegetación de árboles de copa abierta, muy distanciados entre sí, donde predomina el ñandubay, algarrobo, espinillo, chañar, cina-cina, molle, espina corona, espina amarilla, quebracho blanco, la palmerita caranday y cactáceas.

Los montes de quebrada se encuentran en el valle del Lunarejo, Rivera; Gruta de los Helechos y Valle Edén en Tacuarembó; y en la Quebrada de los Cuervos. Las quebradas se forman por la erosión del agua en el paisaje, formando relieves húmedos que albergan una flora muy rica en especies arbóreas entre las que se destacan los laureles, el caa-obe-ti, el árbol del jabón, la aruera, el camboatá, la pitanga, el guabiyú o la yerba mate, y arbustos como el plumerillo rojo, claveles del aire y helechos.

Los montes serranos se desarrollan principalmente en las serranías de Maldonado, Lavalleja, Treinta y Tres, Cerro Largo, y en los mares de piedra como la ‘Sierra de Mahoma’ de San José. Aquí predomina el coronilla, el tala, el tembetarí, el tarumán, el molle, la espina de la cruz, el canelón, el mataojo, el arrayán, la envira, la chirca de monte y el romerillo.

En cuanto a palmeras, nuestro país cuenta con cinco especies nativas: pindó, yatay, butiá, yatay poñi y caranday. La palma pindó se encuentra asociada al monte ribereño y de quebrada, en amplias zonas del país. La palma yatay se agrupa en pequeños palmares al noroeste dando lugar a los llamados palmares de Quebracho y Guichón. La palma butiá forma extensos palmares en la zona Este, ocupando un área próxima a los 200.000hà. La palmerita enana llamada yatay poñi ocupa un área muy restringida en el departamento de Rivera. Su área actual se limita a las laderas y cumbres de los cerros chatos y cuchillas tabulares de ciertas zonas de esta región. La palma caranday crece en el oeste, asociada al algarrobal, en los departamentos de Paysandú, Río Negro y Soriano.

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